“Todos los seres humanos se dividen, como en todos los tiempos, en esclavos y hombres libres. Quien no tiene las dos terceras partes de su día para sí, es un esclavo, no importa lo que sea: estadista, comerciante, deportista, intelectual “
Friedrich Nietzche
Uno de los mayores aceleradores rumbo a la vejez es la adicción al trabajo. Aquellas personas para quien el trabajo es lo más importante, lo prioritario en su vida, están condenadas a envejecer rápidamente.
Por dos factores elementales. El primero es que la mayoría no trabaja en lo que le agrada (ver el capítulo Sólo envejecen los viejos), y el otro, es una conjunción entre el ser productivo para obtener lo deseado. Ahora bien, obtener lo que queremos está, habitualmente, signado por lo material. Siempre escucho: “Trabajo duro para tener mi casa propia, cambiar el auto, pagar mis deudas, ser alguien en la vida, labrarme un porvenir…”-: Pero no he escuchado: “trabajo duro para tener más tiempo con mi familia”. Quizás porque sea incompatible.
Socialmente nos han inculcado que el trabajo es sagrado y que el ocio es diabólico. Te preguntaste cuántas cosas importantes postergaste a causa de tu trabajo. ¿Cuánto tiempo pasás trabajando y cuánto disfrutas de la vida, tus amigos, tu familia, de tu deporte o hobby favorito? En una encuesta a gerentes de empresas multinacionales respondieron que el 80% de su tiempo están enfocados en su trabajo .Seguro estarás pensando si te propongo no trabajar. No, pues el trabajo produce la sensación de ser útiles, de mantenernos activos. Puede ser un trabajo ennoblecedor. Pero sin necesidad de sacralizar la actividad, ni que nuestra vida esté signada por el trabajo.
Nos han hecho creer, desde niños, que debemos ser los mejores. En cualquier actividad que emprendamos, debemos sobresalir, perdiendo así el disfrute de simplemente hacerlas. Que debemos ser tranquilos como el vecinito de enfrente o simpático como el primo lejano. Pero de ser uno mismo, ni hablar.
En cierta ocasión escuchaba un reportaje bastante informal al tenista Roger Federer, numero uno del mundo al momento de escribir este libro y según los entendidos quizás, el mejor de la historia. Estaba jugando en ese momento el torneo de Roland Garrós en París. El periodista le consultaba que hacia en el tiempo libre en París, si iba a la Torre Eiffel , al Museo de Louvre….el respondió que la Torre Eiffel no la conocía….pues siempre esta lleno de gente que me puede reconocer y no podria verla con tranquilidad….sorprendente, no? Un hombre con fama , prestigio, dinero y no tiene la libertad suficiente para poder visitar un sitio emblemático de una ciudad hermosa como París. Yo conozco a Juan , un farmaceútico de la vuelta de mi casa que juega al tenis de vez en cuando en forma amateur y me contó que estuvo ya tres veces disfrutando París…
Nuestro ser viejo siempre quiere ser el mejor, en cambio nuestro ser joven siempre querrá ser único.
Además, sabias que cientos de miles personas han escalado el Himalaya , la cima mas grande del mundo y adivina cuantos se quedaron a vivir ahí? Pues ninguno. Haz escuchado que armen un barrio cerrado ahí? Entonces es la cima un lugar agradable?
Transferir responsabilidades
Si eres un empelado, haz tu trabajo responsablemente, pero sin caer en la trampa de dejar la vida ahí adentro. Pero también ser responsable y respetuoso de tu tiempo libre, donde está tu familia, tu hobby, tu descanso, tu vida en la naturaleza
Si se realizara una encuesta y se le preguntase a la gente que es lo más importante en su vida seguramente contestaría: la familia, y/o los hijos. Pero en la vida real no demuestran eso. Pues siempre estamos postergando a la familia y a los hijos por cuestiones laborales. “Es la oportunidad de mi vida, no la puedo dejar pasar”, “es mi jefe, no me puedo negar”, “son sólo años de esfuerzo, más adelante tendremos tiempo para estar juntos”. Frases conocidas, no?
“Siempre postergamos las cosas importantes por las que nos han hecho creer que son importantes.”
Si pasaras más tiempo en familia, o con amigos, vivirías más relajado y por ende no envejecerías tan rápido: quizá tu cuenta bancaria no tendría tantos ceros, pero tu caja de seguridad interior estaría plena de buenos momentos y tu cuerpo lo reflejaría.
“La vida son momentos que no podemos desperdiciar.
Ella no se mide en gramos de oro, ni en metros cuadrados, ni en acciones de bolsa, ni en moneda extranjera, ni en caballos de fuerza, ni en megabytes. La vida se mide en momentos. Debemos ser filatelistas de momentos. Es lo único que nos llevaremos de este mundo estampillados en nuestro corazón: todos los buenos momentos que hayamos coleccionado.”
Debemos ser congruentes con lo que decimos, si nuestra familia es lo más importante, entonces armaremos nuestra agenda a partir de ella, colocando los espacios que no podrán ser negociados por ningún motivo. Aniversarios, actos escolares, acompañar a los hijos a sus actividades, juegos en casa, paseos. Y ser responsables de esos momentos, así como lo somos en el trabajo.
Te doy un ejemplo: cuando estás en tu oficina puede ir tu hijo o nieto a jugar en tu escritorio, dibujar sobre tus informes de ventas? Seguramente que no. No permitirías esa invasión. “Papá o Mamá están trabajando, no debes molestar” Por lo tanto cuando tu estas destinando tu tiempo en casa o en otro sitio que hayas escogido para compartir con él , no permitirías que nada lo altere, es tu momento , es su momento. Tu haz programado una reunión con alguien muy importante que no merece ser alterada. Es decir, colocar al menos al mismo grado de importancia, la responsabilidad que aplicamos al trabajo para con el resto de nuestra vida. En definitiva somos más que un abogado, arquitecto, veterinario, jubilado, somos seres humanos que tenemos múltiples facetas, somos mucho más que eso. No tengamos culpa por dedicarnos al ocio. Si tus colegas siguen trabajando mientras vos estás en un parque caminando o corriendo a la par de la bicicleta con tu hijo, no sientas culpa. Estás viviendo, nada más y nada menos..
Como decíamos al principio, el ser que ha apostado todas sus fichas al trabajo ha fracasado. Pues construye una cima sobre el y cuando viene el retiro y alguien nos quita esa cima, cae al vacío. En cambio, si construimos varias cimas similares, donde estará el trabajo, nuestra familia, nuestros pasatiempos, nuestras amistades, podremos saltar a cualquiera de ellas cuando la cima del trabajo ya no exista. No habrá vacío. Cuantas personas al final de sus carreras cuando ya no tienen que ir a sus trabajos dicen “Siento un vacío enorme”. Pues es el vacío que nos separo de la cima que construimos hasta el resto.
¿Haz visto alguna vez un faro? El alumbra pero no en una sola dirección, su luz gira para que los barcos puedan verlo de distintos puntos. Entonces el ser multidimensional es como un faro, alumbra en distintas direcciones, para que su familia, su tiempo libre, también sean iluminados.
En una ocasión, un conocido me decía que el no podría no atender un llamado del trabajo cuando estaba en su casa, ya descansando o compartiendo en familia. “Y si me despiden ¿que hago?, perjudico a mi familia “. En ese caso el problema es otro. Es el valor que tenemos de nosotros mismos. Si pensamos que no valemos mucho y no podremos conseguir otro trabajo debemos empezar a trabajar nuestra autoestima. En Estado Unidos un ejecutivo cambia promedio 6 veces de trabajo en su carrera. No es tan grave quedarse sin trabajo, he visto muchos casos en mis años de consultor, que donde ser despedidos ha sido lo mejor que les pasó en su carrera, al tiempo consiguieron otro, con mejores condiciones y mayor tiempo libre. Debemos perder el miedo a que nos quiten el paraguas, un poco de lluvia no mata a nadie, a veces al mojarte puede servir para despertarnos un poco de la modorra que vivimos.
Y cuantos de nosotros tenemos ahí guardada una segunda profesión, aquella tal vez que no era “rentable” y por ende no la realizamos.
“No vas a vivir de eso” alguna vez un padre podrá haberle recomendado a su hijo Pues es el momento de reflotarla como decíamos al principio del libro. Si trabajas en un banco y te gusta la poesía no vas a renunciar a tu trabajo para dedicarte a ser poeta, pero si podrás darle lugar a tu vida, comenzando un taller de poesía.
Buscando el reconocimiento
Te cuento esta historia. Un basquetbolista que jugaba en nuestro medio había desarrollado una carrera más que aceptable en distintos clubes de país. Pero sentía que aún no tenía el reconocimiento de la prensa en general y tampoco del ambiente deportivo. Pero un día, su representante lo llama para darle la buena nueva. Había una oferta concreta de Europa para jugar una temporada allá. Serían unos ocho meses pero tendría que ir solo ya que no convenía mover a la familia todavía. Su familia estaba compuesta por su esposa y una beba de 1 año. Entonces, sin dudarlo y buscando el reconocimiento definitivo partió. Juego en un nivel superlativo y a los 8 meses regresó. Ya en el avión de regreso, hojeaba algunos diarios que hablaban de él y su paso por Europa. De pronto sintió un gran alivio al saber que el reconocimiento buscado, estaba llegando. Finalmente llego a su casa, abraza a su esposa y busca presuroso a su hija, ya de 1 año y 8 meses. Ella lo miró, empezó a llorar y salio corriendo en sentido opuesto. No lo había reconocido. Luego, en la intimidad, el decía: “Hubiera cambiado todo el reconocimiento deportivo porque ese día, ella, me reconociera como su padre…”
De que nos vale ser un deportista reconocido si nuestros hijos a la vuelta no nos reconocen? De que vale ser un orador excepcional si casi no tenemos diálogo con nuestros hijos? De que vale ser un ingeniero brillante si no podemos tender un puente para llegar a nuestra familia? O un abogado prestigioso que no puede defender su tiempo en familia?
En una ocasión alguien me comentaba cuando hablamos de este tema de la adicción trabajo “es que para darse los gustos uno tiene que tener dinero, entonces no queda otra que trabajar mucho”. Acá va una lista de placeres que son gratis:
Una puesta de sol.
El viento en la cara.
Jugar con tus hijos
El Sexo
Escuchar música
Bailar
Caminar a la madrugada
Bañarse en el mar
Abrazar a tu hijo
Acariciar tu mascota
Andar en bicicleta
Reír con tus amigos
Ya que enumeramos las cosas que son gratis y que nos pueden aportar armonía sin gastar un solo peso., vamos por las otras. Que compraría tu ser joven y tu ser viejo con el dinero?
Se me ocurrió hacer estas equivalencias en lo que compraría tu ser viejo y tu ser joven con determinada cantidad de dinero
Dicen, quienes volvieron de la muerte, los que estuvieron algunos minutos técnicamente muertos, que al desprenderse el alma del cuerpo, la vida pasa como una película. Qué imágenes creés que verás pasar: la copia de una escritura, un 08 firmado, el rostro de tu jefe, una capacitación en tu empresa o las primeras vacaciones en familia, la voz de tu hijo diciendo “papá” o “ mamá” por primera vez, el reencuentro con tu mejor amigo, las bodas de oro de tus padres, la llegada del primer nieto…
Por eso recalco que el ser viejo es coleccionista de cosas de tangibles, autos, relojes, perfumes, ropa (si es de buena marca mejor) y el ser joven es un coleccionista de momentos que dejen su marca. A veces es cuestión de usar el dinero con imaginación. Yo amo volar, por eso soy paracaidista de hace tantos años. Si yo te propongo que pruebes el vuelo no hace falta que compres un pasaje en un avión de pasajeros para sentir esa sensación. Acércate a un aeroclub cercano a tu ciudad o pueblo y pide hacer un vuelo de bautismo con tus hijos o nietos. Verás que no es más caro que un juguete de esos ruidosos y que después le extraemos la pila como si fuera un tumor cancerigeno, para que deje de martirizar.
La sensación de vuelo en esos aviones es superior a lo de un avión de pasajeros, y no te pierdas, por favor , la cara de tu hijo o nieto cuando vea allá abajo las vacas, autos, como si fueran de juguete. Y porque no alguna nube caprichosa que se dejo superar. Eso es coleccionar momentos y con muy poco dinero o el equivalente a cualquier juguete que quedara en el olvido después de usarlo. En cambio esta experiencia perdurará en el tiempo y siempre la recordarán.
La pulsera mágica
Esto sucedió siendo yo un niño. Llegaba enero y con él las vacaciones. En mi hogar no había suficiente dinero para ir a algún lado. Entonces, mi madre vendió una pulsera de oro y con lo obtenido se pudo afrontar los gastos para hacer un viaje a la costa atlántica. Viviendo en San Juan, cerca de las montañas, y con 42 grados de promedio en verano, ir a Mar del Plata era una bendición. En aquellos momentos yo no sabía bien el valor de las cosas, tampoco de transacciones, era un niño, sólo escuché lo que ella comentó que haría con la pulsera y ésta se convirtió en los pasajes. Para mi fue mágico. Siempre recuerdo ese gesto. También creo que fueron las vacaciones infantiles que más se grabaron en mi memoria. Siempre pensé que se trataba de una pulsera mágica, ya que gracias a ella conocimos el mar y la playa.
¿Te fijaste cuántas cosas de valor material has guardado y que si las vendieras, te permitirían vivir momentos únicos con tus seres queridos? No sé dónde andará aquella pulsera, quizá reposando en la vidriera de una casa de empeño, pero en mi corazón siempre guardo aquellas maravillosas vacaciones. Por eso, replanteate el acto de cambiar alguna “joya” por momentos con tu familia. Quizá no puedas lucirlo más en tus dedos, tu cuello, o las manos, pero los momentos compartidos con los seres queridos quedarán grabados en tu memoria. En tu corazón. Vender objetos sin vida para comprar momentos de vida. ¿Qué opinás?.
En una ocasión un ejecutivo de una empresa para la cual yo hago consultoría me llevaba en su imponente auto al aeropuerto. Y en el trayecto me comentaba que su profesión marchaban bien pero que el debía conseguir tiempo libre para el, era su próximo objetivo. No tuve tiempo de hablar mucho más y al verlo marcharse presuroso en su auto de tres letras y un traje de tela italiana a terminar sus informes del día, se me ocurrió que tal vez podría colocar un aviso en el diario que rezara así:
“Vendo traje Armani, acepto tiempo libre en parte de pago”
Siempre hay tiempo para cambiar. Para replanteos. Un buen ejemplo para saber si estás cambiando es el siguiente. Si algún día cuando estás jugando con tu hijo suena el celular, y ves en la pantalla que es de tu trabajo, entonces, si pasás a contestador: es señal de que estás cambiando, que estás priorizando lo importante. Estas actuando como un ser joven. Pues si ese es el momento de jugar con tu hijo, entonces es más importante que esa llamada. Debemos ser consecuentes con nuestras palabras. Si nuestra familia es lo más importante y ese es nuestro momento en familia, se debe respetar. SIEMPRE.. Perder el miedo al NO , tenemos que aprender a decir que NO para que nuestra vide se torne mas positiva.
Algunos me plantean: si trabajo menos quizá no me despidan, pero me ofrecerán menos sueldo, y cómo sostengo a mi familia con los gastos que tengo. Te invito a leer entonces el capítulo
"Achica tus deudas y extiende tu vida"